Alexander Von Schlippenbach

Sábado 8 de Julio. Último día del Imaxinasons. Sin duda te estás convirtiendo en mi festival de cabecera. No entiendo como no hay más programadores como Lucía. Quizás para ello haya que vivir en Berlín y tener una inquietud que trascienda a lo que llaman el jazz, inquietud no sólo por la música sino por el arte. En fin, ese es otro tema.

Carlos Pérez Cruz de El Club de Jazz me cataloga este concierto como una "oportunidad única". Realmente no sé si es por la edad del protagonista o porque se deja caer poco por estas latitudes. El caso es que hago un par de clics en Ticketea y adquirimos la entrada de rigor. Leo en las referencias que es una figura de relevancia en el free jazz así que, escarmentado con los Ceramic Dogs y mi primera fila, escojo una butaca que me permita disfrutar del concierto sin sentir cierto terror. Fila 10 butaca 2, un gran sitio me digo.

El día anterior tocaron Carlos Bica, Jim Black y Frank Möbus pero eso merece una reseña aparte. El caso es que voy un poco con esa sensación de haberlo visto todo y de que ya nada me puede sorprender. Error de principiante, una vez más.

Mi hija se apunta a última hora al concierto así que, dos clics más en ticketea. Tiene ochos años, me pregunto si es procedente llevarla a un concierto en un auditorio de algo catalogado como free jazz y acto seguido me digo a mi mismo que los únicos que ponemos etiquetas somos los adultos. Así que furgoneta y bocatas.

Son las 21 horas, a punto de empezar. Se apagan las luces y presentan al grupo. Entran Alexander y su cuadrillla. El grupo está formado por él (piano), un contrabajista, un baterista, un clarinete bajo y un trompeta. En primera línea se colocan los vientos. Prejuiciosamente, su aspecto y su pose me dan a entender que aquello no va a ser un concierto al uso. Tras las primeras notas mis sospechas se van tornando en realidad. Nos encontramos frente a un grupo que va a hacer "versiones" de Thelonious Monk en un auditorio sin ningún tipo de amplificación. Ya hay que tener arrestos. No es el auditorio más grande en el que estuve en mi vida pero seguro que caben más de 200 personas (281 dice Google). Otra cualidad es que no hay un papel de por medio. El contrabajista metió un folio dentro del piano de cola con el supuesto setlist y ya está, el resto Dios proveerá. Es realmente complicado encontrarse en un concierto de jazz hoy en día un grupo que no lleve papeles. Además, ultimamente me pone bastante nervioso que estén mirando para el papel hasta en los momentos que improvisan. Que le voy a hacer, nado en la ignorancia.

Como digo: no es un concierto al uso. El clarinetista se llama Rudi Mahall y está claro que se va a llevar el foco de mis atenciones. Generalmente sólo tengo ojos para los que se sientan detrás de los platos pero, en este caso, he de decir que me cautivó. Además de tener un dominio brutal del instrumento no paraba de contonearse y de bailar una especie de twist con sus piernas cada vez que podía. Lo del dominio no lo digo por decir, no soy ningún experto en clarinetes bajos pero estoy acostumbrado a escuchar a Pablo Pascual y este hombre entremezclaba escalas con apuntes de bajo y técnicas de chasqueo sin inmutarse de cintura para arriba. Una bestia con una personalidad abrumadora. Los que tenía detrás se reían de él pero a mi me cautivó.

El juego de este concierto consistía, y perdón por el atrevimiento porque aún es el momento que estoy tratando de explicarme que es lo que vieron mis oídos y escucharon mis ojos, en tocar melodías superreconocibles de Monk jugando con los tempos, armonías, etc. Enganchando una con otra sin dar lugar a posibles aplausos o respiros. Para eso Alexander era totalmente inflexible: le daba igual que la gente aplaudiese o no, era como si pensara: si nos paramos no tocamos todo lo que yo quiero que toquemos. Tan sólo ese papel metido entre las cuerdas del piano que consultaban el contrabajista y, a veces, el clarinetista. No me explico como el resto era capaz de cuadrar con ellos.

Tenía la sensación de encontrarme con dos grupos: por un lado Alexander, serio e inmutable encorvado sobre el teclado del piano; y por otro una banda de gamberros lideradas por Rudi que no paraban de reírse a carcajadas, retarse, animarse, vacilarse (pobre baterista). De hecho hubo un momento en el que, en medio de un sólo del contrabajista que se supone que todo debe de ser super piano y que no se oiga ni una mosca, clarinete y trompeta se pusieron a hablar y a reir a carcajadas. Por más que trataba de seguirles me resultaba cada vez más difícil. Pero lo estaba disfrutando, y mucho. Y mi hija, por momentos, también. Dentro del disfrute de una niña de ocho años, aderezado por algún me aburro. Aunque me dio más la lata en Talabarte, por ejemplo.

Hubo un momento en el que Rudi se bajo del escenario y fue caminando por entre el público con su clarinete bajo el brazo. Yo me temía lo peor, que hiciese algo con el público o similar. Ese hombre no sabe lo que es el sentido del ridículo ni falta que le hace. Nada más lejos de la realidad: lo que estaba haciendo era de técnico de sonido, se puso en medio del auditorio a ver como sonaba. Recordemos que no había mesa ni nada por el estilo, todo a pelo y cambia mucho de probar con la sala vacía a hacerlo con la sala llena (creo que casi llenaron al final).

Dos bises y bien merecidos. En uno de ellos dejaron sólo al contrabajista haciendo un sólo, valga la redundancia. Y de manera literal, se fueron entre bambalinas, menos Alexander, que seguía en el grupo A. Luego volvieron entre carcajadas y aplausos. En serio que nunca vi nada igual.

La sensación que me queda es indescriptible. No entiendo como se puede hacer para que un grupo funcione de esa manera, sin estructuras, sin papeles, sin avisos, sin nada. Parece que todo es aleatorio y, sin embargo, todos iban a una. He visto conciertos de free antes y todo parecía mucho más caótico. Aquí era un caos perfectamente orquestado. Quizás eso fue lo que hizo Alexander: conseguir que estos personajes entrasen en una disciplina anárquica, la libertad absoluta dentro de una estructura. No sé, me quedo con las ganas de saberlo. Una conversación con ese hombre sería de lo más interesante. Quien sabe, igual no entiendo nada.

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